Wednesday, July 6, 2016

XXII. Hablar la Verdad

Puebla - 1683

En la oscuridad de la noche dos amantes se abrazan en la habitación que Rubio tiene en el palacio del obispo Santa Cruz.  Citlaltzin le susurra al oído.

--Mil pecados he cometido y mi conciencia me condena.  Más cualquier suplicio vale la pena por la pasión que habéis encendido. No hay quien entienda que, viviendo con vos en el error, mi alma suspira por el dolor que hace que mi carne se encienda. Sé que no sois un santo y se lo dura de vuestra mano pero así os quiero, inhumano, para que ignoréis al matarme mi llanto.

--¿Cómo?  ¿Por qué habláis de mortandad?

--En la arcana como entrar al recinto he descubierto.  Pero los dioses exigen un sacrificio y yo gozosa me ofrezco al suplicio.  Derramando mi sangre, de tlatoanis, puede el recinto ser abierto.  Si entráis y la Xiucoatl blandeéis la potestad de España sobre Anahuac terminareis.

--La Xiucoatl fue nefasta para los mexicanos.  Y por tenerla el precio no estoy dispuesto a pagar.  No insistáis en que os haga sacrificar.  Además que no confió en vuestros libros arcanos.

--¡Sin embargo al obispo Santa Cruz si estáis dispuesto a confiar!  Ese, en cualquier momento, por no encontrar a Aramis os hará ajusticiar.

Rubio se rio.

--No soy tan tonto de españoles fiar.  Veréis, Aguiar me mando para que a Santa Cruz lo pudiera espiar.  Y Santa Cruz espera que los planes de Aguiar se los pueda revelar.  Si, por perder a Aramis, tal vez Santa Cruz me vaya a regañar.  Pero le soy valioso y es con este indio que el gachupin tiene que operar.

--Si Santa Cruz logra hacerse del gobierno del virreinato…

--No, Santa Cruz desea tener todo el mandato.  

--Explicadme entonces sus designios. Dudo que España vaya a renunciar a sus dominios.

--El obispo busca gobernar Méjico como nación independiente.  Mañana a los caciques de las repúblicas de indios ha convocado.  Logrará su objetivo si por ellos es apoyado.  Y “El Caracol” para desdentar a Roma es suficiente.

En la puerta se oyeron toquidos.  Eran unos guardias del obispo que ante este la pareja llevaron.

Rubio estaba nervioso ante la presencia del obispo.  Citlaltzin, sin embargo, portaba una sonrisa.

--Rubio, leí vuestro reporte sobre la fuga de Aramis.  Adivinasteis bien que contra Sor Juana iba a atentar.  Pero lo dejasteis ir y os debería hacer de los huevos colgar.

--Su señoría, le suplico…

--Callaos.  Necesito de vos todavía y hoy, especialmente de vuestra bruja.

--Ordene su señoría –dijo Citlaltzin todavía sonriendo.

--Entre la gente que he convocado es malabarista hasta el más manco.  De sus labios nunca hay discurso franco. Deseo que eso sea modificado.

--¿Les dará vino su señoría?

--Por el pulque son parciales pues son indios principales.  Deseo que solo hable la verdad esta concurrencia.  Mas nunca he oído que “en pulque veritas” haya sentencia.

--Puedo hacer que solo la verdad mencionen.  Pero no sé cuál será en estos hombres el resultado pues nunca a decir verdad han acostumbrado.  Al hacerlo a morir se exponen.

--Oleos me sobran para darles la unción.  Avocaos bruja, hacedlos dar su vera comunicación.


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